RECETA LA RECOLETA EN SU PUNTO Ingredientes 3 toneladas de palabras provocativas 7 galones de tinta apasionada Una pizca de estos verbos conjugados: yo libro, tú arte, ella pintura, nosotras literatura, ellos exposiciones, vosotros conferencias. 5 latidos provocados por las bajas pasiones in-cultas 3 definiciones imprecisas de cultura 6 gotitas de inspiraciones gozosas 2 suspiros con ritmos bellos y airosos Forma de prepararse: Encontrar un lugar apartado, solitario y acogedor que apunte hacia la luna pecadora y permita suspirar amaneceres de sirenas. En un recipiente infinito revolver las palabras provocativas y bañarlas con los galones de tinta apasionada. La mezcla tomará la forma de hojas en blanco ansiosas que vibrarán con cada palabra entintada. Agregue las seis gotitas de inspiraciones gozosas y las palabras empezarán a formar discursos narrativos de historias memorables y descripciones cantarinas. Incorpore las tres definiciones imprecisas de cultura y surgirá un aroma de convicciones necias por difundir cada palabra en espacios virtuales que lleguen a miradas solidarias. Vierta poco a poco los cinco latidos provocados por las bajas pasiones in-cultas y empezarán a atisbarse notas de veladas literarias que reconcilian con la vida, crónicas de exposiciones iluminadas de colores eternos. Sazone con los dos suspiros a ritmo muy bello y airoso. Coloque el recipiente en el caldero de los deseos posibles y deje hilvanar el aroma hasta que las 10 conjugaciones hiervan provocando nubes para retozar mientras el burbujeo repite como un eco : yo libro, tú arte, ella pintura, nosotras literatura, ellos exposiciones, vosotros conferencias. Sin duda, La Recoleta ha llegado a su punto. Manera de servirse: En un molde híbrido coloque “La Recoleta en su punto”, de preferencia que todavía siga burbujeando para que su aroma invada cada instinto periodístico y cada vocación latente. De preferencia colóquelo al centro de la mesa pero cuidando que su fulgor irradie olas hacia el sur, que su olor apunte al norte donde una cortina de luciérnagas la iluminan con sencillez. Cuidar que los rayos de un girasol doren la superficie y que los pecados más gozos se asienten sin piedad. La mesa debe ser redonda como el eclipse más memorable, donde luna y sol encuentren el equilibrio imperfecto. El mantel debe estar bordado con adjetivos en forma de bosque, onomatopeyas solidarias y discursos persistentes. Los platones donde se sirva deben ser de cerámica prodigiosa y los cubiertos de redacción esperanzadora. La tersura de sus servilletas permiten que los labios musiten palabritas de amor a ritmo de la marea más agitada. La copa de cristal transparente al momento del brindis van a imitar el aleteo de libélulas provocadoras. Cada invitado y toda invitada pueden servirse a su gusto, aunque su alma impresa delatará sus preferencias que van del tono moderado a los arrebatos digitales. Es por eso que su sabor será indefinible. Para alguno las cucharadas se disfrutarán como narraciones al mojo de literatura, mientras otros se deleitarán con rebanadas de arte sabrosón y alguien más masticará con delicia el verbo provocador dulce hasta la médula. El guiso permitirá confundir al anfitrión para tenerlo muy bien identificado y agradecerle con un brindis su generosidad ante tan delicioso banquete. Los comensales al saborear tal platillo experimentarán sus más gozosos discursos y describirán sus más benditos placeres, podrán manifestarse libremente, extraviarse en su propio estilo, padecer los pecados de la cultura no oficial y perdonar los atrevimientos de la cultura sí oficial. En cada mordida, sorbo, trago, forma de paladear o manera de saborear delatarán un gozo absoluto por expresarse, compartir, entretener, persuadir, informar y de hacer visibles sus gustos, disgustos, placeres y pasiones. Entonces se pondrán a hablar de la pintura más delatora de la proximidad más humana, evocarán la música más cantarina y harán de su propia voz muchas otras, con volumen de tenor o fuerza de soprano, de escritor cautivo y de poeta con piel de salamandra. Y gracias a este guiso se pondrán escribir en el mantel y en las paredes, en el cielo y en el infierno, en las nubes y en las aceras, en el viento y en la lluvia, palabras que nos delatan, palabras que nos recuperan, palabras que nos describen, palabras que nos hacen visibles, palabras que detallan quiénes somos, cómo nos expresamos, qué deseamos, qué anhelamos, cómo nos inspiramos y cómo hay mil formas de manifestarnos a través de las palabras, las imágenes, sonidos y hasta silencios. Y entonces podremos advertir que “La Recoleta en su punto” forma parte de nuestra cultura, fue creada gracias a nuestra necedad cultural y nuestros cultos heroísmos. Y garantizamos que quienes preparen y compartan esta receta explorarán todas las manifestaciones culturales que hay cerca y lejos, nuestra y extraña. Y que este brebaje los hechizará para escribir sobre pintura o literatura, teatro o cine, lograrán captar miradas detrás de una lente fotográfica o detrás de una historia que puede existir en cualquier esquina de nuestra ciudad. Y su efecto es tan inmediato que luego de probarla salimos a la calle para cautivar a quien se anhela leer con el corazón en la mirada y para invitar a quien se deje envolver en nuestros remolinos culturales. Advertencia: El consumo constante de esta receta puede provocar una indigestión maravillosa conocida como periodismo cultural y puede manifestarse de manera impresa o digital a través de cualquier género periodístico o literario. Provechito… Feliz aniversario querida Recoleta, amados recoletos, gozosas recoletas. Gracias a Alejandro Galindo por su generosidad y por darme este lindo espacio, así como a cada Recoleto y Recoleta que han hecho posible esta bello y airosa página digital que apuesta a la cultura en todo su esplendor Hacer Comentario Cancelar RespuestaHaz login para poder hacer un comentario