La próxima vez que nos dejemos seducir por aquellos entes estáticos, aparentemente mansos, pensemos en descifrar su alma y su espíritu animal. En su previsibilidad habita el secreto, el deseo y el anhelo… SON TESTIGOS de lo que ocurre dentro y fuera, confidentes de los secretos cotidianos. Protagonistas de todas aquellas bienvenidas y de las más dolorosas partidas, las puertas han estado a nuestro lado por mucho tiempo. Por cada puerta que se abre; el mundo se hace para uno. Podemos convivir con ellas hasta entender la manera particular de abrirlas: desde un empujón de dedo que, al hacerlo, accione el más complejo sistema que haga botar el cerrojo, o hasta levantarlas ligeramente de su eje, como si sus bisagras estuvieran cansadas de sostener el peso y los empujones molestos de la desesperación. Desde tiempos inmemorables, las puertas nos han puesto a prueba, al poseer exámenes completos de proporción y medidas del cuerpo. Las puertas han sido creadoras de siluetas y contorsiones humanas que, a lo largo de la historia de la humanidad, se han visto modificadas por estándares y parámetros rígidos de confort y producción, que no han hecho nada más que convivir en silencio con nuestra presencia. Justo para salir a tomar el Sol al patio trasero o para entrar a casa y no dejarte salir, algunas enfiladas en los pasillos interminables de los hoteles, donde puertas iguales conviven entre ellas con la idea de ser distintas; otras, desterradas de su lugar, colocadas improvisadamente en uno nuevo. Las puertas pueden ser modificadas en forma sin perder su esencia funcional. Es aquí donde el universo metafórico de la arquitectura y todos sus personajes oscilan sin descanso entre dos premisas elementales: unir y aislar. Las puertas pueden aislarnos del exterior hasta alcanzar la intimidad y el santuario, así como abrirnos la posibilidad de observar el universo. Es por ello que, de no ser estrictamente necesario, mantengamos la puerta abierta o… cerremos de tajo. Hacer Comentario Cancelar RespuestaHaz login para poder hacer un comentario